Cuando lo que sucede en clase estimula nuevas lecturas....
Compas y profe,
luego de la clase del último miércoles leí unas cosas de un seminario de doctorado que estoy haciendo, las cuales me hicieron reflexionar sobre lo charlado hacia el final de las dos últimas clases de corporal. Las compartí el jueves con Facu y Abril y también notaron una interesante similitud con nuestro caso. Acá copio unos estractos que creo que reflejan algo sobre nuestro proceso de "aprendizaje corporal". Los mismos son de la etnografía "Entre las cuerdas. Cuadernos de un aprendiz de boxeador." del sociólogo Loic Waquant. En él se cuenta la investigación etnográfica de un sociólogo sobre el noble arte del pugilismo, es decir el boxeo. Para hacer esta investigación Wacquant entrenó como boxeador durante más de 3 años, y a lo largo de la misma fue elaborando aquello que conocemos como "sociología carnal". Más allá de las diferencias respecto de nuestra disciplina, esta lectura me permitió establecer algunas analogías sobre lo que venimos haciendo en corporal. Las comparto por si a alguno/a le interesa.
Cariños y buen finde largo
Luz
pp.66: " Comprender el universo pugilístico exige la implicación personal, el aprendizaje y la experiencia. [...] La "cultura del boxeador no está formada por una suma finita de informaciones discretas , por nociones transmisibles mediante la palabra ni por modelos normativos que existirían independientemente de su puesta en práctica, sino por una serie de posturas y gestos que (re)producidos continuamente por y en el funcionamiento mismo del gym, sólo existen por así decirlo en los actos, así como en la huella que dichos actos dejan en (y sobre) el cuerpo, lo que explica la tragedia de la imposible reconversión del boxeador cuando termina su carrera [...] el trabajo pedagógico tiene por función sustituir el cuerpo primitivo [...] por un cuerpo "habituado", es decir, temporalmente "estructurado" y físicamente remodelado según las exigencias propias del oficio".
pp.74: "Como aprendí boxeando frecuentemente con Ashante, una fraternidad carnal muy especial vincula a los colegas de sparring habituales, basada en el riesgo que cada uno corre con el otro y le hace correr. Viene a continuación el placer de sentir cómo el cuerpo se ensancham se libera, se "hace" poco a poco a la disciplina que se le impone. Además del sentimiento de embriaguez y de plenitud corporal muy viva que se producra, el entrenamiento es por sí mismo su propia recompensa cuando se consigue dominar un gesto difícil con la sensación de haber duplicado la potencia o cuando permite la victoria sobre sí mismo [...]"
pp.75"El dominio teórcico sirve de poco mientras el gesto no haya quedado grabado en el esquema corporal; y sólo una vez asimilado el golpe con y por el ejercicio físico repetido hasta la náusea, queda completamente claro para el intelecto. Existe de hecho una comprensión del cuerpo que supera - y precede - la plena comprensión visual y mental. Sólo la experimentación carnal permanente que supone el entrenamiento como complejo coherente de "prácticas de incorporación" permite adquirir este control práctico de las reglas del pugilismo que, justamente, dispensa de constituirlas como tales en la conciencia."
pp.76 "[...] la disposición colectiva y la sincronización de los cuerpos cuya sola visión basta para producir efectos pedagógicos duraderos, sin olvidar la tempreratura, cuya variación e intensidad no es lo menos importante de la sala. Esta mezcla produce una especie de embriaguez sensorial que forma parte de la educación del aprendiz de boxeador."
(Destacado propio) Wacquant, L. (2006): Entre las cuerdas. Cuadernos de un aprendiz de boxeador., Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores.
